01/04/14
Los
jirones de niebla flotaban indiferentes a la muchacha que, plantada
de pie junto al mar, miraba el horizonte, dando un aire mágico al
nuevo día. Todo había cambiado, se decía a sí misma, aunque en el
fondo de su ser sabía que no era así. Lo había intentado, nadie
podría negarle eso, pero no había conseguido cambiar ni un ápice
su situación. Estaba exactamente igual que antes, sentía el mismo
desgarro en su interior, sin embargo había algo nuevo, algo que le
hacía sentirse aún más perdida, pues había gastado, sin éxito
alguno, su última carta, y ahora sabía que ya no le quedaba más
opción que sentarse a esperar su final. Las pocas fuerzas que le
quedaban se habían disipado al no poder salir del pozo en el que se
había convertido su vida, y ahora ya lo tenía asumido.Quizás todo
fueran imaginaciones suyas, quizás nada fuera real, pero lo parecía
tanto...
El
sol empezó a despuntar en el horizonte con uno de los más bellos
amaneceres que había visto, haciendo al mar entero brillar con una
luz que jugueteaba con la, ya disipándose, niebla. Sin embargo se
negó a seguir mirando tan deslumbrante escenario, pues le hacía
sentirse avergonzada de su propio ser, y comenzó, muy lentamente, a
recorrer el camino de regreso al aparcamiento, como queriendo alargar
más allá de lo posible aquel instante.
Llegó
a su coche, y con una temblorosa mano introdujo la llave en el
contacto. Al arrancar, se percató del rocío que durante la noche
había cubierto las lunas de su coche, el cual le proporcionaba una
visión difuminada del ya alejado océano. Tras salir del parking,
comenzó a circular por la vía que conectaba con la carretera. Lo
había intentado, se repitió, lo había intentado más de mil veces,
pero todas y cada de ellas sin éxito alguno. No estaba hecha para
vivir en ese mundo, en esa sociedad, no sabía hacerlo, era incapaz.
La visión se le comenzó a enturbiar tras las lágrimas que ya
empezaban a cubrirle el rostro. Era incapaz. Esas palabras que no
conseguía sacar de su mente la estaban torturando. Se aferró con
fuerza al volante y se incorporó a la autovía, era temprano, por lo
que apenas había tráfico, lo que le facilitaba la conducción en el
estado en el que se encontraba. Era incapaz, debería seguir
fingiendo ser una más, ya no volvería a intentar huir nunca más.
De todas maneras, la vida como humano tampoco estaba tan mal, ¿no?
I.
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