domingo, 27 de abril de 2014

Incapaz. (Fragmento de alma IV)

01/04/14

    Los jirones de niebla flotaban indiferentes a la muchacha que, plantada de pie junto al mar, miraba el horizonte, dando un aire mágico al nuevo día. Todo había cambiado, se decía a sí misma, aunque en el fondo de su ser sabía que no era así. Lo había intentado, nadie podría negarle eso, pero no había conseguido cambiar ni un ápice su situación. Estaba exactamente igual que antes, sentía el mismo desgarro en su interior, sin embargo había algo nuevo, algo que le hacía sentirse aún más perdida, pues había gastado, sin éxito alguno, su última carta, y ahora sabía que ya no le quedaba más opción que sentarse a esperar su final. Las pocas fuerzas que le quedaban se habían disipado al no poder salir del pozo en el que se había convertido su vida, y ahora ya lo tenía asumido.Quizás todo fueran imaginaciones suyas, quizás nada fuera real, pero lo parecía tanto...


    El sol empezó a despuntar en el horizonte con uno de los más bellos amaneceres que había visto, haciendo al mar entero brillar con una luz que jugueteaba con la, ya disipándose, niebla. Sin embargo se negó a seguir mirando tan deslumbrante escenario, pues le hacía sentirse avergonzada de su propio ser, y comenzó, muy lentamente, a recorrer el camino de regreso al aparcamiento, como queriendo alargar más allá de lo posible aquel instante.

     Llegó a su coche, y con una temblorosa mano introdujo la llave en el contacto. Al arrancar, se percató del rocío que durante la noche había cubierto las lunas de su coche, el cual le proporcionaba una visión difuminada del ya alejado océano. Tras salir del parking, comenzó a circular por la vía que conectaba con la carretera. Lo había intentado, se repitió, lo había intentado más de mil veces, pero todas y cada de ellas sin éxito alguno. No estaba hecha para vivir en ese mundo, en esa sociedad, no sabía hacerlo, era incapaz. La visión se le comenzó a enturbiar tras las lágrimas que ya empezaban a cubrirle el rostro. Era incapaz. Esas palabras que no conseguía sacar de su mente la estaban torturando. Se aferró con fuerza al volante y se incorporó a la autovía, era temprano, por lo que apenas había tráfico, lo que le facilitaba la conducción en el estado en el que se encontraba. Era incapaz, debería seguir fingiendo ser una más, ya no volvería a intentar huir nunca más. De todas maneras, la vida como humano tampoco estaba tan mal, ¿no?




I.

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