lunes, 21 de abril de 2014

El baile de máscaras.

27/03/14

El baile llegaba a su fin, se aproximaba la hora de que cada uno de los invitados se retirara a sus aposentos, se desvistiera, y se deshiciera de la máscara que había sido impuesta como único requisito. Al igual que en aquel baile, nosotros nos refugiamos tras algo similar a máscaras, pero de elaboración mucho más compleja, y a la vez más simple. 
Quizás el motivo de las máscaras era el de obtener, al menos por una velada, sinceridad humana, pero con esta especie ya no hay nada que se pueda hacer, dadle a un hombre una máscara y fingirá ser otra persona. Y no estará mintiendo, pues ¿que otra cosa podría hacer? Su auténtico yo, tiempo ha dejó de existir, abrumado bajo la perfección de ese disfraz que le impone la sociedad y ahoga sus verdaderos pensamientos y emociones. ¿Quienes somos ahora, que pese a estar privados de nuestra individualidad nos hallamos más solos que nunca? Sin embargo siempre hay otra opción, la de acudir al baile sin disfraz pero sí con máscara, la de ser sinceros con nosotros mismos y conocer nuestro interior, pero siempre desde el anonimato. Pero aún así, la sensación de soledad no se verá disminuida ni un ápice, sino más bien al contrario, los propios invitados, por muy solos que se encuentren, te verán como alguien que ha de esconderse para poder hablar, y estarán en lo cierto, ya que ellos no necesitan de este requisito para su honradez, pues ya hablan con franqueza todos y cada uno de los días, excepto hoy, pero existe un motivo detrás de todo eso. Ellos nunca han tenido nada importante que decir, y si lo tuvieron, lo olvidaron hace mucho. 

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