lunes, 21 de julio de 2014

Al desnudo.

Sentimientos surgidos de la desesperación, cargados de tristeza. Palabras hechas dolor y escritas con lágrimas. No sé si es más terrible la tristeza o su ausencia, si con ella se desvanecen el resto de sentimientos. No sentir o sólo sentir dolor. Quizá seamos masocas emocionales. Quizá nos guste sufrir. Quizá no estemos hechos para esto y lo único que sabemos hacer es destruirnos con estocadas al aire, que aun sin acertarnos nos atraviesan la carne y el resto de corazas bajo las que nos resguardamos, como si no estuvieran hechas de nada más que vacío. Vacío. Tan vacío. O demasiado lleno. Es el punto en el que los extremos opuestos se funden haciéndose uno. El punto en el que todo y nada son lo mismo. En el que no hay diferencia alguna entre vida y muerte.

lunes, 14 de julio de 2014

Inicios.

La nieve caía formando un espeso manto en el camino, haciendo al muchacho avanzar mucho más lentamente de lo que le gustaría. Apenas quedaban un par de horas de luz, y tenía la intención de alcanzar la siguiente posada antes de que el cielo comenzara a cubrirse de estrellas y constelaciones.

El joven caminante divisó a lo lejos una luz, y, con la esperanza que le producía tras un lardo día de marcha, aceleró el paso. Al llegar, miró por la ventana que más cerca se hallaba de la puerta, y dentro pudo ver como variaban

domingo, 13 de julio de 2014

Explicaciones no merecidas.

    Esta vez no escribo con la intención de embellecer nada, sino buscando el desahogo a través de algunas explicaciones, pese a que creo que pocos, o nadie, son merecedores de ellas.

    No son pocos los que no entienden las ganas que tengo de trasladarme a Valladolid, pero esto no es del todo cierto, pues no me agrada demasiado, al menos por el momento, el lugar que ha de acogerme. Lo que yo busco es irme, no ir. Quiero quemar las raíces, que pese a mi mentalidad, he acabado por echar aquí. Necesito desperezarme, quitarme el polvo acumulado tras tantos años y romper con todo. Puede parecer algo drástico, de hecho, lo es, pero de igual modo, es necesario. No penséis que no siento dolor, y he ahí el problema, que no debería. Sé que si me quedo aquí acabaré pudriéndome, marchitándome y apagándome, y la vida es demasiado corta como para perder el tiempo aburriéndose. Esto no significa que no piense volver, pues quiera o no, este ha sido mi hogar, simplemente quiero distanciarme lo suficiente para que no siga teniendo tal apelativo, pues sé, o al menos creo, que mi lugar no está aquí, y cuanto más tarde en partir, más dolorosa será la despedida. Parafraseando a Mägo de Oz, no somos arboles como para echar raíces, sino humanos con piernas para movernos.

13/7/14

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