domingo, 27 de abril de 2014

Angustia. (Fragmento de alma V)

14/4/14


     Las paredes se iban estrechando a cada segundo, la atmósfera le oprimía, pinchazos de dolor atravesaban su pecho. Miró a su alrededor, sus ojos buscaban desesperadamente una salida, sin embargo, no conseguía distinguir nada con claridad . La oscuridad le rodeaba, le acosaba, las sobras tomaban las formas de sus demonios, burlándose de ella. Cerró los ojos.

    Intentó silenciarlos. Enmudecerlos. Pero sus risas no hacían más que aumentar, penetrando en sus oídos, recordándole sus errores. Y chilló, chilló con todas las fuerzas que le quedaban, un grito atroz, impregnado tanto por el miedo como por la ira, un grito final, un grito de guerra. Y de rendición.

    Volvió a mirar a su alrededor. Las tinieblas habían recobrado su forma, pero seguían ahí, esperando el siguiente instante de flaqueza, que no tardaría en llegar. Se desplomó en la cama, extenuada, sabía que la próxima vez no sería capaz, la próxima vez se dejaría llevar. Ya no tenía por lo que luchar, ni fuerzas para ello. Cerró los ojos.



I.

Incapaz. (Fragmento de alma IV)

01/04/14

    Los jirones de niebla flotaban indiferentes a la muchacha que, plantada de pie junto al mar, miraba el horizonte, dando un aire mágico al nuevo día. Todo había cambiado, se decía a sí misma, aunque en el fondo de su ser sabía que no era así. Lo había intentado, nadie podría negarle eso, pero no había conseguido cambiar ni un ápice su situación. Estaba exactamente igual que antes, sentía el mismo desgarro en su interior, sin embargo había algo nuevo, algo que le hacía sentirse aún más perdida, pues había gastado, sin éxito alguno, su última carta, y ahora sabía que ya no le quedaba más opción que sentarse a esperar su final. Las pocas fuerzas que le quedaban se habían disipado al no poder salir del pozo en el que se había convertido su vida, y ahora ya lo tenía asumido.Quizás todo fueran imaginaciones suyas, quizás nada fuera real, pero lo parecía tanto...


    El sol empezó a despuntar en el horizonte con uno de los más bellos amaneceres que había visto, haciendo al mar entero brillar con una luz que jugueteaba con la, ya disipándose, niebla. Sin embargo se negó a seguir mirando tan deslumbrante escenario, pues le hacía sentirse avergonzada de su propio ser, y comenzó, muy lentamente, a recorrer el camino de regreso al aparcamiento, como queriendo alargar más allá de lo posible aquel instante.

     Llegó a su coche, y con una temblorosa mano introdujo la llave en el contacto. Al arrancar, se percató del rocío que durante la noche había cubierto las lunas de su coche, el cual le proporcionaba una visión difuminada del ya alejado océano. Tras salir del parking, comenzó a circular por la vía que conectaba con la carretera. Lo había intentado, se repitió, lo había intentado más de mil veces, pero todas y cada de ellas sin éxito alguno. No estaba hecha para vivir en ese mundo, en esa sociedad, no sabía hacerlo, era incapaz. La visión se le comenzó a enturbiar tras las lágrimas que ya empezaban a cubrirle el rostro. Era incapaz. Esas palabras que no conseguía sacar de su mente la estaban torturando. Se aferró con fuerza al volante y se incorporó a la autovía, era temprano, por lo que apenas había tráfico, lo que le facilitaba la conducción en el estado en el que se encontraba. Era incapaz, debería seguir fingiendo ser una más, ya no volvería a intentar huir nunca más. De todas maneras, la vida como humano tampoco estaba tan mal, ¿no?




I.

Retrato de un instante.

18/4/14
      Lentamente el sol comenzaba al ponerse tras las verdes praderas al tiempo en que se veían elevarse a los cielos decenas de humeantes columnas, producidas por la combustión de la madera. Un ave pasaba cerca, su aletear lento se percibía próximo, y tan cerca, se había pasado en el tejado, tan cerca que si se estirara el brazo, podría llegar a ser tocada. En su nido portaba algo, sí, eso era, lleva seca vegetación; se proponía construir un nido. Hermoso espectáculo. Sopló el viento, trayendo consigo un sorprendentemente agradable olor al estiércol; pero la ambientada corriente pasó, y se pudo volver al respirar un aire puro que limpiaba los pulmones, y llenaba de vitalidad el cuerpo. El cielo llameaba en tonos de fulgurantes naranjas, luego rosa, ahora ambos. La magia fluía en el ambiente. El sol se puso.

lunes, 21 de abril de 2014

El baile de máscaras.

27/03/14

El baile llegaba a su fin, se aproximaba la hora de que cada uno de los invitados se retirara a sus aposentos, se desvistiera, y se deshiciera de la máscara que había sido impuesta como único requisito. Al igual que en aquel baile, nosotros nos refugiamos tras algo similar a máscaras, pero de elaboración mucho más compleja, y a la vez más simple. 
Quizás el motivo de las máscaras era el de obtener, al menos por una velada, sinceridad humana, pero con esta especie ya no hay nada que se pueda hacer, dadle a un hombre una máscara y fingirá ser otra persona. Y no estará mintiendo, pues ¿que otra cosa podría hacer? Su auténtico yo, tiempo ha dejó de existir, abrumado bajo la perfección de ese disfraz que le impone la sociedad y ahoga sus verdaderos pensamientos y emociones. ¿Quienes somos ahora, que pese a estar privados de nuestra individualidad nos hallamos más solos que nunca? Sin embargo siempre hay otra opción, la de acudir al baile sin disfraz pero sí con máscara, la de ser sinceros con nosotros mismos y conocer nuestro interior, pero siempre desde el anonimato. Pero aún así, la sensación de soledad no se verá disminuida ni un ápice, sino más bien al contrario, los propios invitados, por muy solos que se encuentren, te verán como alguien que ha de esconderse para poder hablar, y estarán en lo cierto, ya que ellos no necesitan de este requisito para su honradez, pues ya hablan con franqueza todos y cada uno de los días, excepto hoy, pero existe un motivo detrás de todo eso. Ellos nunca han tenido nada importante que decir, y si lo tuvieron, lo olvidaron hace mucho. 

domingo, 20 de abril de 2014

¿Alternativa? (Fragmento de alma III)

21/03/14

Cada paso era un suplicio, sin embargo, no comprendía el motivo, ya que esa era la única decisión que podía considerar enteramente suya. Sabía que esa era la única manera de acabar el juego, de poner fin a su miserable existencia, pero aún así, ahora que por fin había encontrado la determinación necesaria para una última jugada, algo en su interior le creaba indecisión. Tal vez era el instinto de supervivencia; no, se dijo, era alguna otra cosa, pero ¿el que? Entonces lo vio, comprendió que aquello que tanto le había costado decidir era un error, ya que, sí, el mundo podría ser una mierda, sí, su vida también, pero había algo más, algo que le instigaba a vivir, tan sólo debía descubrir el que. Así que se decidió a encontrarle un sentido último a su existencia y, dicho sea de paso, a la vida, empezó por pensar en lo que podría aportarle el al mundo, pero en seguida vio que debía tener poder, o por lo menos fuerzas para dedicar su vida a algún tipo de investigación, y reconoció que, había tenido potencial, pero eso era agua pasada y ya quedaba atrás, ahora debía olvidarse de la vida con la que de niño había soñado. De este modo, el chico lo intentó desde otra perspectiva, pensó en el dolor que causaría a las personas que le rodeaban si daba el paso que se estaba planteando, pero de pronto echó a reír, diciéndose a si mismo que mejor dejaba ese tema de lado. Tan solo le quedaba su amor a la vida como excusa a la que aferrarse, y recordó que siempre había querido recorrer el mundo, ver tantos lugares como le fuera posible, y exprimir la vida hasta el punto que acabara saciado (y empachado) de ella, pero había un gran inconveniente: la soledad, y esto era algo que consideraba irónico, pues a él le encantaba estar asolas consigo mismo, pero sabía que eso no acabaría bien, y que si pretendía seguir viviendo con el experimentar la vida como único motivo, necesitaría encontrar a unas pocas personas que no le causaran la misma repulsión que su propia raza y con las que compartir sus pensamientos y emociones. Mientras pensaba esto, el chico había ido caminando hasta llegar al puente que conectaba la ciudad con la periferia, y ahora observaba, sentado en la barandilla, como titilaban las luces de la gran urbe, al tiempo que él hacía mecer sus pies sobre el lecho seco de un río. Genocidio casi global, pensó instintivamente, esa sería la solución, pero ya no podía esperar más, ni siquiera si se trataba de poder ver la semi-extinción de la humanidad, así que, con una sonrisa en el rostro, dio un último paso y cayó al vacío.

sábado, 19 de abril de 2014

2013


Cálidos vientos del agosto aún por llegar traen los recuerdos de veranos pasados, en los que nuestros ojos aun no se habían encontrado, tiempos en los que aún poseía mi capacidad completa, en los que aún no tenia mis sentidos embotados, y en los cuales no sabia lo que sucedía al enamorarse. Pese a todo soy tan idiota que desearía cambiarlos, pues el tiempo ahora se echa a mis espaldas.