jueves, 22 de mayo de 2014

Confessionibus Inmortalibus II. (Fragmento de alma VII)

-Ya veo, así que ha llegado el momento.
-En efecto, siento mi retraso, aunque no creo que deba disculparme por ello.
-¿Sabes? Si te soy sincero, llegué a pensar que te habías olvidado de mí.
-Oh, por supuesto que no, simplemente quería retrasar, tanto como me fuera posible, el encuentro con un viejo amigo de tu calibre, pero incluso para ser alguien como tú, te has burlado de mí demasiadas veces, pavoneándote entre esos mortales del hecho que no osara hacerte frente. Todo tiene un límite.
-Sin embargo, ambos sabemos que no eres rival para mí.
-Tampoco tu lo eres de mí, no al menos después de tantos años, has arriesgado demasiado, y ya, tras muchas monedas lanzadas al aire siéndote propicia, tu racha toca a su fin.
-¿Que harás entonces, si ni tu ni yo somo capaces de vencer al contrario?
-Forzarte a acompañarme, lejos de seres que puedan creerme débil debido a tus teatrales sevicias.
-¿Y que lugar sería ese?
-La nada, Y el todo al mismo tiempo.
-Creo que, antes de partir de forma definitiva, merezco una explicación algo más convincente.
-¿Cómo pretendes que te describa el todo?¿O la nada? En ocasiones, incluso tú, haces preguntas estúpidas.
-De acuerdo, pero si no es esa una pregunta de tu agrado, creo que tengo otras cuestiones que plantearte antes de encaminarme hacia mi destino.
-Me sorprende que a estas alturas aún guardes dudas sobre tu destino y tu lugar en todo esto, aún así, procede, por favor.
-Para empezar, y esto es algo que siempre me ha intrigado, ¿Por qué a mí?
-Supongo que no hay una única razón para ello, sino, más bien, un cúmulo de ellas. Lo primero que me hizo fijarme en ti, fue tu completa falta de temor hacia mí, casi parecía que te creyeras intocable, indestructible, ya desde muy joven, fuiste capaz de aguantarme la mirada sin pestañear, y ni siquiera cuando vertí mi fétido aliento sobre tu rostro te dignaste a vacilar. Pensabas que eras superior a mí, y que grande fue más tarde mi arrepentimiento al recordar el momento en el que te subestimé. Al principio lo tomé como un juego, pero me descuidé, y dejé que incluso me superaras, siendo ya demasiado tarde para reparar mi error. A esa falta de pavor inicial, cabe añadir que me caíste en gracia por tu asco hacia los que eran considerados tus semejantes. Y, cuando ya ni siquiera era capaz de hacerte frente, decidí alejarme de ti, con el objetivo de que hasta el momento en que nuestras fuerzas fueran de nuevo equivalentes (pues indudablemente, tarde  temprano, las tuyas se verían reducidas por el peso del tiempo), olvidaras que podías destruirme.
-¿Podría decirse que te acobardaste?
-Si llamarlo así hace que tu ego se vea aumentado, adelante.
-¿De que otra forma podría llamarse?
-¿Tienes alguna otra pregunta o crees que aún te queda tiempo para seguir perdiéndolo en nimiedades?
-Sí, supongo que hay más preguntas que deseo formular ¿Hay más como yo?
-Por supuesto, cientos de miles, millones, incluso.
-¿Y cómo puede ser que no haya dado jamás con otro a ser semejante a mí?
-Eso se debe a que os encontráis repartidos por todo el tiempo y el espacio. Y aun así, ninguno de tu especie. Debo reconocer que eres el primero de los humanos que ha logrado alzar la vista hasta el punto de igualarme siquiera, y de los pocos individuos en todas las dimensiones que conozco que ha sido capaz de sobrepasarme. Supongo que tengo que darte la enhorabuena por ello.
-Comprendo, ¿Será posible que los conozca, o que al menos lo haga con otras dimensiones, allá donde vamos?
-Eso depende enteramente de ti, ya lo entenderás cuando llegues. ¿Algo más?
-Una última cosa, ¿Hay más como tú?
-No.
-Entonces, que grande ha de ser la soledad que sientes. Pero, por otro lado ¿que te dice que al igual que yo, aún no ha llegado tu momento, e ignoras de la existencia de tus semejantes? Quizás seamos análogos, y un día te encuentres con alguien a quien, como yo hoy, debes rendir cuentas.
-Has dicho una última cosa, y he respondido, de modo que no tengo por qué contestar a más preguntas. Es la hora de marcharnos.
-Que irónico, al fin ha llegado el momento de partir hacia la nada y hacia el todo, junto a la muerte.


I.

22-5-14

No hay comentarios:

Publicar un comentario